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Hoy nos adentramos en nuestra Segunda Etapa, una etapa crucial para la historia de la bodega Cayetano del Pino y Cía, liderada por Cayetano del Pino Balbontín entre 1918 y 1935. Este periodo marcó la consolidación de un legado vinatero que siguió la senda del éxito iniciada por su padre, Cayetano del Pino Vázquez, pero con una visión adaptada a los nuevos tiempos.
Un heredero bien preparado
Cayetano del Pino Balbontín nació el 31 de mayo de 1896 en Jerez de la Frontera, segundo hijo varón de una familia numerosa con ocho hermanos. Hijo de Bernabea Balbontín y Cayetano del Pino Vázquez, creció en el entorno del vino, una herencia que marcaría su vida.
Se formó en la Escuela de Comercio de Cádiz, un centro prestigioso donde coincidió con otros jóvenes de familias bodegueras, forjando lazos personales y profesionales que serían clave en su futuro. A una edad temprana, tomó el timón de la bodega familiar, inaugurando una nueva etapa llena de retos y oportunidades.
La continuidad del éxito
Durante su mandato, la bodega mantuvo un enfoque continuista que consolidó su presencia tanto en el mercado nacional como en el internacional, especialmente en América. Aunque ya no contaban con la histórica casa comercial en París, los lazos con clientes de otros países permanecieron sólidos.
Un punto destacado de esta etapa fue la renovación de patentes, entre las que brilló el producto «Monja Quina», símbolo de innovación y calidad. Estas patentes llegaron más allá de las fronteras españolas, registrándose en países como Suiza y Francia, lo que subraya la proyección internacional de la bodega.
Segunda etapa: la apuesta por la publicidad
Bajo la dirección de Cayetano, la publicidad se convirtió en una herramienta clave para fortalecer la marca. Las campañas trascendieron lo local, llegando a ciudades como Barcelona, Murcia, Córdoba y Madrid, así como a publicaciones en Latinoamérica.
La bodega también tuvo un papel destacado en la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929, un escaparate perfecto para mostrar las virtudes del vino de Jerez y reforzar su prestigio junto a otras casas vinateras.
Un hombre sociable y activo en la vida pública
Además de su labor empresarial, Cayetano era conocido por su carácter afable y sus habilidades sociales. Participó activamente en la vida cultural y lúdica de Jerez, siendo habitual en festejos taurinos y eventos sociales. Incluso llegó a ganar un premio de dominó, reflejado en la prensa de la época.
Cayetano contrajo matrimonio con Ángeles Bohóquez Ruiz, con quien formó una familia de cuatro hijos: María Jesús, Ángel, Enrique y Cayetano. Vivieron en la céntrica Calle Larga (entonces Duque de Almodóvar) y poseían la finca Santa Ana, en el pago de Lárgalos, que más tarde se convertiría en un importante espacio de almacenamiento con capacidad para más de 1.000 botas.
El final de una era
El 18 de marzo de 1935, Cayetano del Pino Balbontín falleció repentinamente de un paro cardíaco. Su partida marcó el fin de una era para la bodega, que pasó a manos de su hermano Enrique. A partir de entonces, la empresa orientó su negocio hacia el modelo de bodega almacenista, adaptándose a los cambios del sector.
Legado imborrable en la segunda etapa
La etapa de Cayetano del Pino Balbontín en la bodega dejó una huella imborrable. Su visión empresarial, su apuesta por la calidad y su compromiso con la tradición vinatera consolidaron el nombre de la bodega como uno de los grandes referentes del vino de Jerez.