Muchas bodegas jerezanas, como Cayetano del Pino, elaboraban no solo sus tradicionales vinos generosos, sino también productos como Cognac y Champagne. Esto fue común hasta que las denominaciones de origen comenzaron a proteger estrictamente sus productos, limitando el uso de estos nombres fuera de sus regiones de origen. Cayetano del Pino no fue la excepción a esta tendencia.
La historia del Cognac se remonta al siglo XVII, cuando comerciantes holandeses llegaron a la región de Charente, en Francia, en busca de vino. Ante la dificultad de conservarlo durante los largos viajes marítimos, optaron por destilarlo, obteniendo un aguardiente concentrado llamado brandewijn (vino quemado). Este aguardiente, almacenado en barricas de roble, no solo resistía mejor los traslados, sino que además mejoraba con el tiempo, convirtiéndose en un producto refinado y codiciado.
En 1909, Francia estableció la denominación de origen controlada (AOC) del Cognac, marcando un antes y un después en su historia. Esta regulación garantiza la autenticidad del producto mediante estrictas normas: las uvas deben ser principalmente Ugni Blanc (aunque también se permiten Folle Blanche y Colombard), la destilación debe realizarse en alambiques de cobre tradicionales, y el envejecimiento mínimo es de dos años en barricas de roble.
Así, mientras en Jerez algunas etiquetas antiguas aún nos recuerdan aquellos tiempos de experimentación y amplitud comercial, el Cognac encontró su identidad definitiva bajo el amparo de su denominación de origen.
¡Feliz jueves!